Resumen de lo publicado hasta el momento
A mediados de la década de 1980 el mundo del arte y de las finanzas
se había volcado hacia todo lo que se podía esnifar y colgar y durante
aquellos tiempos la expresión “¿me pintas una?” era utilizada en su
doble acepción. Este giro de los acontecimientos consiguió que las cosas
siguieran exactamente como antes, es decir, las pollas viejas
decidieron comprar las obras de las pollas jóvenes, hinchar sus
pre(pu)cios y, de este modo, perpetuar la separación de género del
trabajo artístico: los hombres son los genios (Julian Schnabel, esto va
por ti) y las mujeres… eh, ¿a quién demonios le importa lo que hacen las
mujeres? Pero no vayan tan deprisa amigos, un grupo de justicieras
enmascaradas se encontraba en la sombra tomando nota de los desmanes de
las instituciones y desde aquel 1985 están dispuestas a actuar siempre
que se les requiera.
En los años 2000, ARCO, que es una feria de arte muy moderna, decide
no quedarse atrás en cuestión de discriminación y empieza a elegir a las
artistas españolas rollo
Los Juegos del Hambre (nunca mejor
dicho): se elige una de cada distrito para mandarlas al Capitolio-IFEMA y
tener que pelear a muerte por el espacio. Esa estrategia proteccionista
con los varones tiene como resultado que en 2013 la representación
femenina española en ARCO fuera de un 4,4 % según un
informe de MAV
(Mujeres en las Artes Visuales). Ante esas cifras escandalosas, un
grupo de mujeres decide poner en marcha la mono-llamada:
“¡¡¡Tirutirutiru!!!, ¡¡¡Guerrilla Girls al ataque!!!”
Consejo Gorila: contad, contad malditas
La presencia de las Guerrilla Girls en el Matadero de Madrid es
importante no sólo porque puede servir de contrapeso a ese panorama
artístico lleno de cojones, rabia y genio que nos inunda cada febrero,
sino también por la magnífica oportunidad de armar jaleo, molestar y
divertirnos que nos ofrecen las Guerrilla en ese difícil terreno que une
lo institucional, lo artístico y lo radical.
Empecemos por lo institucional: como muestra, la exposición de las
Guerrilla viene desde la Alhóndiga de Bilbao y está realizada junto al
Matadero gracias a un breve y suponemos furtivo encuentro entre su
programador, Fernando Pérez, y la directora del Matadero, Carlota
Álvarez Basso, quienes intercambiaron ideas en el masculino ambiente de
los pasillos de ARCO. Allí, mientras eran interrumpidas por varoniles
cánticos (“¡¡Aporellosoéoéoé!!”), cuchichearon que la nuestra iba a ser
organizada por Xavier Arakistain. Arakis, comisario independiente,
agitadora cultural feminista y amiga del grupo desde hace quince años
iba a poner en marcha la primera gran retrospectiva del grupo dentro y
fuera de EE.UU. Para ello se recopiló todo el material producido por el
grupo en sus 30 años de existencia, almacenado en la guarida secreta del
grupo (cortinilla rollo Batman: “¡¡Guerrilla Giiiiiiiirls!!”).
Lo artístico: Arakis, a las que las feministas alternativas
calificamos como “una Gran Dama de nuestra escena” vino a Madrid más
divina que nunca con su look cabaretera germana nuevaolera y nos explicó
que una de las claves para entender la muestra es pensar en las obras
de las Guerrilla Girls como en la “estetización de las estadísticas”.
Arakis, que otra cosa no, pero sabe poner énfasis como nadie, señaló la
importancia de la aritmética básica para asentar una crítica feminista
del arte y nos pidió que hiciéramos unas sencillas preguntas en nuestras
visitas culturales: “¿Cuántas mujeres expone este museo público que
estoy pagando con mis impuestos?” O dicho de otro modo: “¿Cuántos de mis
impuestos se están gastando en discriminar a las mujeres en las
instituciones culturales?” A raíz de estas preguntas se recordó el
manifiesto Arco 2005 que
fue firmado hace diez años por el propio comisario, las Guerrilla Girls
y otras artistas y comisarias para atajar la escasa representación
femenina en el mundo institucional del arte. La iniciativa a la luz de
las estadísticas de ARCO 2013 no cuajó, pero su espíritu se filtró, por
ejemplo, en el artículo 26 de la
Ley de Igualdad
que sugiere amablemente y como de buen rollo, que oye, un poco de
inclusión en las instituciones culturales no estaría mal. Pero sin
agobios y sobre todo sin molestar, que aquí lo último que queremos es
molestar.
Lo radical: ayer en la rueda de prensa del Matadero existía mucha
curiosidad e ilusión por conocer a las dos representantes de las
Guerrilla Girls. Dos hominidas que respondían al nombre de Frida Khalo y
de
Kathe Kollwitz
(sí, la grabadora y escultora prusiana, la de los dibujos de la Primera
Guerra Mundial) y que se comportaron como las típicas superheroínas
molonas ante la pregunta sobre cómo llegar ser una Guerrilla Girl: me
miraron estrábicamente detrás de la máscara de plástico y me dijeron:
“Tú, pequeña, ya eres una Guerrilla Girl, mira dentro ti y cuenta,
apunta y denuncia”.
Porque muchas preguntas se refirieron precisamente a cómo actuar
antes las miles de molestas particularidades del estado español. Una
periodista les preguntó por las restricciones del aborto a las menores y
aparte de subrayar la urgencia de tomar acciones, explicaron la
necesidad de que cada una de nosotras tome sus propias acciones y
estrategias. “Lo mejor de ser una Guerrilla Girl es haber realizado un
modelo para que cada cual cree su propio estilo de lucha feminista”.
Pero ¿cómo respondieron ante un caso práctico? Las representantes de MAV
presentes en la sala sacaron a relucir las escandalosas estadísticas de
ARCO 2013, ese 4,4% de artistas españolas más el 18´4 % de artistas
extranjeras y las Guerrilla Girls expusieron la necesidad de encontrar
constantemente nuevas formas de luchar a través de acciones originales y
alocadas. Acciones basadas en cuatro pilares: la VERGÜENZA, el
RIDÍCULO, la HUMILLACIÓN y la RISA… que yo no sé vosotras, amigas, pero
yo ya he pedido hora para tatuármelo en los nudillos. En el caso de ARCO
y esto es verídico recomendaron hacer unas pegatinas todas guapas con
las estadísticas y literalmente petar los servicios de IFEMA con ellas.
Se habló también del humor y de la necesidad de contextualizar las
cifras a través de ese discurso para encontrar nuevas conexiones y
nuevos partidarios de tus puntos de vista: “El humor permite que gente
que está en contra tuyo te apoye, cuando alguien se ríe de un chiste
tuyo ya está atrapado por tu razonamiento”. El humor se encontraba
también en los orígenes míticos de las Guerrillas ya que el concepto del
grupo nació de una integrante original que no era demasiado diestra
deletreando y que “en una ocasión en lugar de Guerrilla escribió
Gorila”, dos palabras casi hermanadas en su forma inglesa.
Imprescindibles fueron también las preguntas sobre el anonimato y la
libertad de expresión que aportaba llevar máscaras y cómo reforzaba la
lucha colectiva. Sin embargo, como vivimos en una época del culto a la
personalidad especialmente en el campo artístico, decidimos
contradecirlas y las Guerrilla Girls tuvieron que posar pacientemente
con todas las reporteras presentes, incluida la abajo firmante, que
demostramos no sólo un agudo caso de fetichismo de la máscara sino
encontrarnos en una fase bastante anal de lo nuestro.
Pero por encima de todo esto, se habló de la necesidad de contar, de
saber la cantidad exacta de mujeres artistas que exponen nuestras
instituciones y la cantidad de discriminación que pagamos con nuestros
impuestos. Aquí hemos de volver a
MAV que
llevan realizando desde años estadísticas sobre las mujeres en la
creación en este desolar patrio nuestro y cuya directora, Marian Cao,
nos explicaba por teléfono a cobro revertido: “Las Guerrila Girl
descubren estadísticamente que el sistema del arte descansa sobre el
clasismo, el sexismo y el racismo y que el arte no es ajeno a la
construcción social. Que está teñido de una ideología dominante en la
que subyacen prejuicios y decisiones emocionales por encima de las
estéticas tal como demuestran las cifras”.
El paseo por la exposición, la conversación con las Guerrilla y el roce con el comisario
Entrar en una expo por primera vez como periodista es como chafardear
la casa de alguien con el que has ligado una noche: quieres mirarlo
todo pero no quieres que se te note la ansiedad, en plan “a ver si ésta
se cree que se va a venir a vivir aquí”. La situación mejora
considerablemente si las artistas están enmascaradas (la máscara de Kate
se movía hipnóticamente cada vez que hablaba) y la comisaria grita a
los fotógrafos “¡¡¡Necesito que me ilumine Von Sternberg!!!”, supongo
que refiriéndose a que Sternberg iluminaba muy bien a la Dietrich
resolviendo con fuertes contrastes lumínicos esos bigotillos que nos
afean a todas.
Las Guerrilla lejos de estar abrumadas posaron pacientemente a las
peticiones de foto, dieron abrazos a las fans y contestaron a las miles
de entrevistas. Podías oír música como “Las mujeres siempre han sido
los objetos del arte pero nunca sus sujetos”, “Todos quieren ver a las
mujeres desnudas, en los museos, las revistas…” y ante las preguntas de
un suplemento de moda contestaban de manera tajante “pero a lo que te
refieres no creo que sea una competición”. Durante el usual jaleo que
generamos las chicas de la prensa se preocuparon por la persona que se
había encargado de sujetarles el bolso (un bolso divino de piel
sintética con remaches dorados) y hasta tuvieron tiempo de atenderme. Mi
pregunta iba sobre un deseo frustrado: la visita privada que iban a
hacer al Prado y a la que intentamos sumarnos cosa que fue imposible
porque o ellas iban con máscara o yo iba con los ojos vendados y en
ambos casos íbamos a hacer un papelón. ¿Qué esperaban las Guerrilla
Girls del Prado? ¿Contarían a las artistas expuestas y analizarían la
representación de las mujeres? En todo caso se quedaron muy sorprendidas
de saber que el Prado, el Reina Sofía y otros museos tuvieran
itinerarios feministas a través de la iniciativa
Museos en femenino y
de que incluso a la casa madre, el Prado, se le presentara un proyecto
nunca realizado de guía de violencia de género a través de los cuadros
mitológicos, un tema que tiene tela.
Las Guerrilla iban ideales, con sus austeros trajes negros, sus
bolsos y sus guantes de piel falsa que incluso impedían especular sobre
su edad (esto lo aprendí en
Fedora de Billy Wilder). Durante
toda la mañana transmitieron una sensación de disfrutar de su trabajo:
“El trabajo de artista es muy guay, lo que apesta es el mercado del arte
y lleva apestando desde el siglo XVIII” y “no, no nos vamos a quejar de
la atención, difundir el feminismo es un trabajo demasiado bueno…
algunas de las Guerrilla más jóvenes se agobian un poco estas mañanas de
prensa, pero es un trabajo genial”.
Finalmente nos atendió el comisario, Arakis, una voz imprescindible
del feminismo artístico nacional, que logra convertir cualquier sitio en
un escenario del que no puedes quitar los ojos y que superó su natural
antipatía a la prensa (“¡¡Hija mía es que preguntas cosas muy
difíciles!!”) para hablarnos de su pasado y su presente como gran dama
de nuestra escena. Sobre su pasado nos contó que ella no era vasca, sino
madrileña y que no sólo eso sino que encima su padre había sido portero
del Real Madrid. ¿Cómo te quedas maricón? Pues yo igual. Intenté
sonsacarle de que barrio era para iniciar este párrafo con un “El
madrileñísimo Arakis, natural del barrio de…” pero me dijo que parecía
una reportera ordinaria del corazón. Así que pasé a las usuales
preguntas de manual “¿Qué esperas de esta muestra?” y ahí me explicó que
era muy importante para él acercar la obra de las Guerrilla Girls a un
público más joven, donde puede tener un efecto revolucionario y que la
exitosa exposición venía avalada por sus 22.000 visitas en Bilbao. Un
sonrisa enorme le vino a la cara a la hora de hablar de su próximo
proyecto, la primera gran retrospectiva nacional sobre Judy Chicago y
que se inaugurará en la Alhondiga de Bilbao este octubre con la que
pretende recuperar el trabajo de las pioneras artísticas del feminismo:
“De algún modo y tal como demuestra esta exposición, las Guerrilla Girls
cierran unas décadas muy importantes para el arte feminista pero ahora
mismo estoy muy interesado en hablar de las pioneras en ese campo.
Especialmente de Chicago por el modo en que creó una iconografía no
falo-logo-céntrica y por el modo de introducir la educación en su trabajo artístico”.
Todo este buen rollo vino a ser perturbado por un miembro de la redacción de
El Estado Mental,
Fidel Moreno, quien regaló al comisario un ejemplar del número 6 de la
revista que no pasó los estándares de presencia femenina marcados por
Arakistain. Al instante, el comisario, fijándose en la portada que
acababa de recibir los halagos de una de las Guerrilla, reparó en el
desequilibrado número de pollas ilustres, pero pollas al fin y al cabo,
que colaboraban (¿primeras firmas? ¿primeras pollas?), y a partir de ahí
podríamos decir que Fidel se metió en un tremendo berenjenal que el
responsable de prensa de Matadero y segura servidora mirábamos con un
divertido estupor: “Mira, yo me hago una foto con tu revista, pero un
día me voy a vuestra redacción y os enseño a buscar mujeres escritoras,
¿vale? Hijos míos, buscad, que no es tan difícil”.
Contad, buscad y divertirnos son las cosas que aprendimos de una
mañana marcada por el slogan de las Guerrilla Girls: “Pieles sintéticas,
hechos y humor”. No se la pierdan; cuando el día de mañana recuerden
una fecha que marcó el cambio en el panorama artístico nacional puede
que señalen esta exposición como uno de sus pistoletazos.