INEFICIENCIA INTENCIONAL - TRANSPARENCIA CONTROLADA



Hace pocos días se juntaron con los sindicatos la polla rectora, la polla vicerrectora y la polla delegada .
La satisfacción que las tres pollas consiguen de sus interlocutores expande la idea de que las tres pollas son muy eficientes. Sí, parece que lo son, excepto con mi coño. Años ha, la que hoy es polla rectora nunca quiso aclarar (aunque se lo prometiera a mi coño) si mi currículum fue tenido en cuenta en el premio extraordinario de doctorado. La polla delegada se ha señalado más: ni nunca quiso recibirme antes de abrírseme el primer expediente pollil, ni nunca quiso enmendar cómo se saltaba la normativa (cuando llegaba mi turno) para la adjudicación de asignaturas en mi departamento. La recién llegada y asustadiza polla vicerrectora, aquélla de la que he escuchado cuán eficaz es, se ha hecho la sorda para justificar por qué se me impide acceder a otro departamento donde pueda crecer como ente entero, y no sólo como coño.  Le dice a mi coño que no, y luego no dice porqué, pues no envía los informes en los que se basa la negativa. 

Mis filetones han crecido dos pulgadas, me los he recortado y ahora los tengo a la sal en el horno. 

Esta ineficiencia  intencionada contra mi coño es una de las armas más poderosas y retorcidas del acoso institucional, pues invita al resto de las personas a creer en el esfuerzo realizado por las pollas y la eficacia de las mismas, mientras que cuando esas cualidades no se ejercen con una sola persona, acentúa la desigualdad de derechos  y manifiesta su intencionalidad, al hacer que la opinión de mi coño sea una opinión aislada. 
La otra cara de esta ineficiencia intencional es la transparencia controlada: Señores, si quieren transparencia, miren el portal de la transparencia, pero no más. Ni se les ocurra exigirla en los trámites, o cuando nos ponemos de acuerdo en ser ineficientes contra alguien.  Cuanto más alto es el nivel político en la universidad de las pollas, más elaborada, más exquisita y más retorcida es la ejecución de la desigualdad contra los coños.  
A este paso, los filetones me crecen como los rabos de las lagartijas. 

El horno ya huele. Me voy a comer. Seguramente otro día podré invitaros.

Más claro, agua (en dos asaltos). Compartiendo el sentido común de elestadomental.com

Las Guerrilla Girls contra ARCO

Sobre la exposición de las Guerrilla Girls en Matadero (primer asalto)




Preámbulo. El villano: ARCO eres un fucker.

Enero es el mes en que las grandes instituciones cambian sus exposiciones y en el que todas esperamos con un bostezo de excitación cuál será la próxima gran retrospectiva de un Gran Genio Masculino, desde el Paleolítico Medio hasta finales de los 80, que provoque las usuales colas de parados, turistas y clases pasivas que acuden a los museos. Madrid, que a principios de año parece que lleve un siglo dormida, sólo será despertada ritualmente por el beso baboso de ese amante machista y con su puntito de chico malo que es ARCO. Porque con su modernidad superficial, su barbita de dos días, su griterío de inauguraciones y sus autobuses llenos de estudiantes, podríamos decir sin temor a equivocarnos que ARCO es un fucker. Un tío que marca los tiempos y los espacios: “El lugar de las mujeres no está en las galerías” parece decir la cita anual del arte español a tenor de su raquítica participación femenina que le iguala a EXPOCECOFERSA, la feria de la ferretería y suministros industriales y que tiene su propia mascota, la Ardilla Cecofersa. ARCO desgraciadamente no tiene ninguna mascota, pero como cualquier otra cita comercial está llena de datos y previsiones. Hagamos las nuestras:
Un autobús sale de la facultad de BB.AA. de Cuenca hacia Madrid a 100 kilómetros por hora con un 65% de mujeres artistas dentro de él. Si la distancia que separa a las dos ciudades es de 169 km por carretera, ¿cuántas de esas mujeres podrán exponer en ARCO?
Solución: un 4,4% de ellas.
Según un estudio de MAV (Mujeres en las Artes Visuales) para su informe de ARCO 2013, tan sólo un 4,4% de las obras expuestas en ARCO ese año era de mujeres artistas españolas cuando el alumnado femenino de BB.AA. era de un 65%. A esto habría que sumar un 18,4% de artistas extranjeras, siendo el resto, un aplastante 77,2%  esa curiosa combinación de rabos y egos que llevamos llamando desde Vasari “hombres artistas”.
 ¡Oh yeah, ARCO!... eres un verdadero fucker y mereces que vayamos a cantar a tu puerta: “Hey, hey, ho, ho, white male culture has got to go!"

Episodio 1. Los orígenes de las superheroínas: ¡¡Las mujeres monas al rescate!!

Ese 4,4% de participación femenina española en ARCO nos retrotraía a los niveles de 1982, demostrando que La Masculina Mano Invisible del Mercado seguía dispuesta a asfixiar la carrera de muchas artistas. Eh, pero esperad, ¿¡2015 va a ser diferente!? ¿¡Qué son esas sombras sobre el Matadero de Madrid!?... ¡¡Es la silueta de unas monas y un gran pelucón!! ¡¡LAS GUERRILLA GIRLS AL RESCATE EN SU EXPO DEL MATADERO!!
Las Guerrilla Girls son un grupo de superheroínas del arte que nacerán precisamente al horror de la década de los 80. Nacerán además como respuesta a la reacción que se vivió en un mundo del arte ciego de cocaína y éxito y que deseaba volver al arte objetual con el que se podía especular para abandonar por siempre jamás los experimentos perfomance, comunitarios y feministas de los 70. En aquella época triunfaban Julian Schnabel, Ronald Reagan, Francesco Clemente, Margaret Thatcher y la apropiación cultural del graffiti. Mientras a Basquiat le cambiaban cuadros por heroína, Andy Warhol, el fascista de plástico, aburrido y tiroteado serigrafiaba dinero. Las grandes galerías de Nueva York seguían exponiendo tan sólo un 10% de arte femenino y se iniciaba un ataque mediático contra el feminismo lleno de lugares comunes que fue recogido por Susan Faludi en su libro Backlash y que se resumía en una broma de telediario: “¿Sabía usted que es más probable para una mujer de 40 años morir víctima de un atentado que encontrar pareja?”.
Eran malos tiempos para tener conciencia (de cualquier tipo) pero hubo un grupo de mujeres artistas que se calzaron las máscaras y los taconazos y fueron capaces de preguntarse: ¿sabía usted que es más probable para una mujer de 40 años morir víctima de un ataque terrorista que ser expuesta en las principales galerías y museos de Nueva York? Las Guerrilla Girls empezaron a llenar el Nueva York de abril 1985 de pósteres denunciando la falta de presencia femenina en las diversas instituciones del mundo del arte: galerías, artistas y museos aparecieron señalados por sus pasquines y sus tácticas de guerrilla urbana con lemas tan sugerentes como “Cuando el machismo y el racismo haya pasado de moda, ¿Cuánto valdrá tu colección?”.
Si bien sus primeras tácticas eran acciones callejeras rápidas como pegadas de carteles, pronto la esclerosis de las Instituciones precisó de nuevas formas de subvertir discursos. Cuando las llamaban para hacer una payasada aparecían con un complejo estudio sobre la exclusión de raza y género en la Bienal de Withney. Cuando las llamaban para mostrar su rabia, aparecían en plan zen diciendo que el mundo del arte es maravilloso, la gente que lo integra aún más y que “¿Qué había de molesto en que las mujeres artistas tan sólo ganaran un tercio de lo que ganan los hombres?” Pronto, como vigilantes femeninas de las instituciones artísticas, empezaron a generar su propia literatura que comprende desde estudios de historias del arte a estudios de estereotipos femeninos o mapas de las tramas (masculinas) que sostienen el mercado del arte. Todo ello basándose en números, cuentas y estadísticas, rotulando carencias y haciendo ideología de los datos verificables.

Los primeros años de la década de los 90 marcaron dos hitos: la creación de uno de sus pósteres más famosos “¿Deben estar las mujeres desnudas para entrar en el Museo Met(ropolitano)?” (1991) y las protestas delante del Museo Guggenheim en 1992 que forzaron a cambiar una exposición exclusivamente masculina. Una expo que acabó incluyendo a Louise Bourgeois y que introdujo la necesidad de un comisariado más inclusivo y responsable incluso en las instituciones más rancias y capitalistas. Pero, no cantemos victoria, amigas, el desregulado mundo del arte ha demostrado ser impermeable a cualquier avance social y más si se ve apoyado por la lógica neoliberal de la loca loca loca década de los 90 basada en el éxito personal y la meritocracia: las mujeres podían ser cualquier cosa e ir a cualquier lado excepto, eso sí, si eras artista y querías ir a ARCO (si eras además feminista ni te cuento).

Episodio 2. Guerrilla Style.

En la terrible década de los 80, del “Greed is Good” (“La avaricia es buena”), del SIDA y del eje Reagan-Thatcher, las Guerrilla decidieron rescatar la acción comunitaria de la década anterior pero añadiéndoles humor y una afilada ironía con la que señalar a las pollas viejas del mundo del arte y su estrecha visión de la experiencia humana que reflejaba sus colecciones artísticas. Pero no sólo eso, sino que encima decidieron permanecer anónimas y divertidas alejándose del culto a la personalidad y haciendo un feminismo fresco y actual. ¿El autfit? Taconazos, máscaras de gorila y nombres de artistas pretéritas olvidadas por los grandes monaguillos de la Historia del Arte (otros que tal bailan). El concepto de máscara que por aquella época también utilizaba Cindy Sherman se convirtió en su elemento identificativo:
La propuesta de las Guerrilla Girls generó no pocas tensiones y no pocas preguntas que marcaron los múltiples intereses del grupo: ¿lo tuyo es Arte o es Actitud?, ¿eres reformista o quieres dinamitar el mundo del arte?, ¿a qué huele el privilegio masculino en las galerías?, ¿somos hominidas, somos blancas, somos negras, somos latinas?... Parece claro que si bien las Guerrilla Girls nacieron como comando de acción, los intentos de asimilación del grupo vinieron de considerar sus pósteres Arte y sus acciones callejeras performances analizables con esos embrujos caribeños que utiliza la Academia. Pero incluso en ese resbaladizo terreno, las Guerrilla Girls, han logrado mantener su dignidad y negarse a comisariar exposiciones alegando que ellas no son “árbitras del gusto, sino que simplemente criticamos a los árbitros del gusto”. Así mismo han sabido estar atentas contra la discriminación positiva superficial (tipo colocar a una mujer artista para cumplir el cupo) y han ampliado sus luchas a las acciones contra la Guerra del Golfo o la situación de los homeless.

Episodio 3. Der Kommissar.

¿Cómo se pone una en contacto con un grupo ultrasecreto de superheroínas? A través del comisario de la muestra, Xabier Arakistain. Arakis, agitador cultural, comisario independiente y tremendo pelucón fue la antigua directora de esa flor rara y violeta en nuestro panorama museístico como fue Montehermoso (Vitoria) que como centro cultural tuvo una programación estable de arte y conferencias feministas y queer. Arakis nos trae este extenso proyecto sobre las Guerrilla Girls desde la Alhóndiga Bilbao y despierta la ciudad antes de tiempo. Por cierto, fue también  promotora del Manifiesto Arco 2005 sobre la escasa presencia femenina en ARCO hace ahora 10 años. Un manifiesto que fue firmado entre otras por integrantes de las Guerrilla Girls… Parece que es hora de un Manifiesto Arco 2015.
Este vórtice de cosas guays se abrirá el viernes 29 de enero en el Matadero de Madrid. Mañana les cuento la tramoya. Hoy les dejo, para que se vayan entonando, con estas imágenes selectas:
(Segunda parte: Las Guerrilla Girls: pieles sintéticas, hechos y humor)








Las Guerrilla Girls: pieles sintéticas, hechos y humor

Sobre la exposición de las Guerrilla Girls en Matadero (segundo asalto)



Resumen de lo publicado hasta el momento

A mediados de la década de 1980 el mundo del arte y de las finanzas se había volcado hacia todo lo que se podía esnifar y colgar y durante aquellos tiempos la expresión “¿me pintas una?” era utilizada en su doble acepción. Este giro de los acontecimientos consiguió que las cosas siguieran exactamente como antes, es decir, las pollas viejas decidieron comprar las obras de las pollas jóvenes, hinchar sus pre(pu)cios y, de este modo, perpetuar la separación de género del trabajo artístico: los hombres son los genios (Julian Schnabel, esto va por ti) y las mujeres… eh, ¿a quién demonios le importa lo que hacen las mujeres? Pero no vayan tan deprisa amigos, un grupo de justicieras enmascaradas se encontraba en la sombra tomando nota de los desmanes de las instituciones y desde aquel 1985 están dispuestas a actuar siempre que se les requiera.
En los años 2000, ARCO, que es una feria de arte muy moderna, decide no quedarse atrás en cuestión de discriminación y empieza a elegir a las artistas españolas rollo Los Juegos del Hambre (nunca mejor dicho): se elige una de cada distrito para mandarlas al Capitolio-IFEMA y tener que pelear a muerte por el espacio. Esa estrategia proteccionista con los varones tiene como resultado que en 2013 la representación femenina española en ARCO fuera de un 4,4 % según un informe de MAV (Mujeres en las Artes Visuales). Ante esas cifras escandalosas, un grupo de mujeres decide poner en marcha la mono-llamada: “¡¡¡Tirutirutiru!!!, ¡¡¡Guerrilla Girls al ataque!!!”

Consejo Gorila: contad, contad malditas

La presencia de las Guerrilla Girls en el Matadero de Madrid  es importante no sólo porque puede servir de contrapeso a ese panorama artístico lleno de cojones, rabia y genio que nos inunda cada febrero, sino también por la magnífica oportunidad de armar jaleo, molestar y divertirnos que nos ofrecen las Guerrilla en ese difícil terreno que une lo institucional, lo artístico y lo radical.
Empecemos por lo institucional: como muestra, la exposición de las Guerrilla viene desde la Alhóndiga de Bilbao y está realizada junto al Matadero gracias a un breve y suponemos furtivo encuentro entre su programador, Fernando Pérez, y la directora del Matadero, Carlota Álvarez Basso, quienes intercambiaron ideas en el masculino ambiente de los pasillos de ARCO. Allí, mientras eran interrumpidas por varoniles cánticos (“¡¡Aporellosoéoéoé!!”), cuchichearon que la nuestra iba a ser organizada por Xavier Arakistain. Arakis, comisario independiente, agitadora cultural feminista y amiga del grupo desde hace quince años iba a poner en marcha la primera gran retrospectiva del grupo dentro y fuera de EE.UU. Para ello se recopiló todo el material producido por el grupo en sus 30 años de existencia, almacenado en la guarida secreta del grupo (cortinilla rollo Batman: “¡¡Guerrilla Giiiiiiiirls!!”).

Lo artístico: Arakis, a las que las feministas alternativas calificamos como “una Gran Dama de nuestra escena” vino a Madrid más divina que nunca con su look cabaretera germana nuevaolera y nos explicó que una de las claves para entender la muestra es pensar en las obras de las Guerrilla Girls como en la “estetización de las estadísticas”. Arakis, que otra cosa no, pero sabe poner énfasis como nadie, señaló la importancia de la aritmética básica para asentar una crítica feminista del arte y nos pidió que hiciéramos unas sencillas preguntas en nuestras visitas culturales: “¿Cuántas mujeres expone este museo público que estoy pagando con mis impuestos?” O dicho de otro modo: “¿Cuántos de mis impuestos se están gastando en discriminar a las mujeres en las instituciones culturales?” A raíz de estas preguntas se recordó el manifiesto Arco 2005 que fue firmado hace diez años por el propio comisario, las Guerrilla Girls y otras artistas y comisarias para atajar la escasa representación femenina en el mundo institucional del arte. La iniciativa a la luz de las estadísticas de ARCO 2013 no cuajó, pero su espíritu se filtró, por ejemplo, en el artículo 26 de la Ley de Igualdad que sugiere amablemente y como de buen rollo, que oye, un poco de inclusión en las instituciones culturales no estaría mal. Pero sin agobios y sobre todo sin molestar, que aquí lo último que queremos es molestar.
Lo radical: ayer en la rueda de prensa del Matadero existía mucha curiosidad e ilusión por conocer a las dos representantes de las Guerrilla Girls. Dos hominidas que respondían al nombre de Frida Khalo y de Kathe Kollwitz (sí, la grabadora y escultora prusiana, la de los dibujos de la Primera Guerra Mundial) y que se comportaron como las típicas superheroínas molonas ante la pregunta sobre cómo llegar ser una Guerrilla Girl: me miraron estrábicamente detrás de la máscara de plástico y me dijeron: “Tú, pequeña, ya eres una Guerrilla Girl, mira dentro ti y cuenta, apunta y denuncia”.

Porque muchas preguntas se refirieron precisamente a cómo actuar antes las miles de molestas particularidades del estado español. Una periodista les preguntó por las restricciones del aborto a las menores y aparte de subrayar la urgencia de tomar acciones, explicaron la necesidad de que cada una de nosotras tome sus propias acciones y estrategias. “Lo mejor de ser una Guerrilla Girl es haber realizado un modelo para que cada cual cree su propio estilo de lucha feminista”. Pero ¿cómo respondieron ante un caso práctico? Las representantes de MAV presentes en la sala sacaron a relucir las escandalosas estadísticas de ARCO 2013, ese 4,4% de artistas españolas más el 18´4 % de artistas extranjeras y las Guerrilla Girls expusieron la necesidad de encontrar constantemente nuevas formas de luchar a través de acciones originales y alocadas. Acciones basadas en cuatro pilares: la VERGÜENZA, el RIDÍCULO, la HUMILLACIÓN y la RISA… que yo no sé vosotras, amigas, pero yo ya he pedido hora para tatuármelo en los nudillos. En el caso de ARCO y esto es verídico recomendaron hacer unas pegatinas todas guapas con las estadísticas y literalmente petar los servicios de IFEMA con ellas.
Se habló también del humor y de la necesidad de contextualizar las cifras a través de ese discurso para encontrar nuevas conexiones y nuevos partidarios de tus puntos de vista: “El humor permite que gente que está en contra tuyo te apoye, cuando alguien se ríe de un chiste tuyo ya está atrapado por tu razonamiento”. El humor se encontraba también en los orígenes míticos de las Guerrillas ya que el concepto del grupo nació de una integrante original que no era demasiado diestra deletreando y que “en una ocasión en lugar de Guerrilla escribió Gorila”, dos palabras casi hermanadas en su forma inglesa.  Imprescindibles fueron también  las preguntas sobre el anonimato y la libertad de expresión que aportaba llevar máscaras y cómo reforzaba la lucha colectiva. Sin embargo, como vivimos en una época del culto a la personalidad especialmente en el campo artístico, decidimos contradecirlas y las Guerrilla Girls tuvieron que posar pacientemente con todas las reporteras presentes, incluida la abajo firmante, que demostramos no sólo un agudo caso de fetichismo de la máscara sino encontrarnos en una fase bastante anal de lo nuestro.
Pero por encima de todo esto, se habló de la necesidad de contar, de saber la cantidad exacta de mujeres artistas que exponen nuestras instituciones y la cantidad de discriminación que pagamos con nuestros impuestos. Aquí hemos de volver a MAV que llevan realizando desde años estadísticas sobre las mujeres en la creación en este desolar patrio nuestro y cuya directora, Marian Cao, nos explicaba por teléfono a cobro revertido: “Las Guerrila Girl descubren estadísticamente que el sistema del arte descansa sobre el clasismo, el sexismo y el racismo y que el arte no es ajeno a la construcción social. Que está teñido de una ideología dominante en la que subyacen prejuicios y decisiones emocionales por encima de las estéticas tal como demuestran las cifras”.

El paseo por la exposición, la conversación con las Guerrilla y el roce con el comisario

Entrar en una expo por primera vez como periodista es como chafardear la casa de alguien con el que has ligado una noche: quieres mirarlo todo pero no quieres que se te note la ansiedad, en plan “a ver si ésta se cree que se va a venir a vivir aquí”. La situación mejora considerablemente si las artistas están enmascaradas (la máscara de Kate se movía hipnóticamente cada vez que hablaba) y la comisaria grita a los fotógrafos “¡¡¡Necesito que me ilumine Von Sternberg!!!”, supongo que refiriéndose a que Sternberg iluminaba muy bien a la Dietrich resolviendo con fuertes contrastes lumínicos esos bigotillos que nos afean a todas.
Las Guerrilla lejos de estar abrumadas posaron pacientemente a las peticiones de foto, dieron abrazos a las fans y contestaron a las miles de entrevistas. Podías oír música como  “Las mujeres siempre han sido los objetos del arte pero nunca sus sujetos”, “Todos quieren ver a las mujeres desnudas, en los museos, las revistas…” y ante las preguntas de un suplemento de moda contestaban de manera tajante “pero a lo que te refieres no creo que sea una competición”. Durante el usual jaleo que generamos las chicas de la prensa se preocuparon por la persona que se había encargado de sujetarles el bolso (un bolso divino de piel sintética con remaches dorados) y hasta tuvieron tiempo de atenderme. Mi pregunta iba sobre un deseo frustrado: la visita privada que iban a hacer al Prado y a la que intentamos sumarnos cosa que fue imposible porque o ellas iban con máscara o yo iba con los ojos vendados y en ambos casos íbamos a hacer un papelón. ¿Qué esperaban las Guerrilla Girls del Prado? ¿Contarían a las artistas expuestas y analizarían la representación de las mujeres? En todo caso se quedaron muy sorprendidas de saber que el Prado, el Reina Sofía y otros museos tuvieran itinerarios feministas a través de la iniciativa Museos en femenino y de que incluso a la casa madre, el Prado, se le presentara un proyecto nunca realizado de guía de violencia de género a través de los cuadros mitológicos, un tema que tiene tela.
Las Guerrilla iban ideales, con sus austeros trajes negros, sus bolsos y sus guantes de piel falsa que incluso impedían especular sobre su edad (esto lo aprendí en Fedora de Billy Wilder). Durante toda la mañana transmitieron una sensación de disfrutar de su trabajo: “El trabajo de artista es muy guay, lo que apesta es el mercado del arte y lleva apestando desde el siglo XVIII” y “no, no nos vamos a quejar de la atención, difundir el feminismo es un trabajo demasiado bueno… algunas de las Guerrilla más jóvenes se agobian un poco estas mañanas de prensa, pero es un trabajo genial”.

Finalmente nos atendió el comisario, Arakis, una voz imprescindible del feminismo artístico nacional, que logra convertir cualquier sitio en un escenario del que no puedes quitar los ojos y que superó su natural antipatía a la prensa (“¡¡Hija mía es que preguntas cosas muy difíciles!!”) para hablarnos de su pasado y su presente como gran dama de nuestra escena. Sobre su pasado nos contó que ella no era vasca, sino madrileña y que no sólo eso sino que encima su padre había sido portero del Real Madrid. ¿Cómo te quedas maricón? Pues yo igual. Intenté sonsacarle de que barrio era para iniciar este párrafo con un “El madrileñísimo Arakis, natural del barrio de…” pero me dijo que parecía una reportera ordinaria del corazón.  Así que pasé a las usuales preguntas de manual “¿Qué esperas de esta muestra?” y ahí me explicó que era muy importante para él acercar la obra de las Guerrilla Girls a un público más joven, donde puede tener un efecto revolucionario y que la exitosa exposición venía avalada por sus 22.000 visitas en Bilbao. Un sonrisa enorme le vino a la cara a la hora de hablar de su próximo proyecto, la primera gran retrospectiva nacional sobre Judy Chicago y que se inaugurará en la Alhondiga de Bilbao este octubre con la que pretende recuperar el trabajo de las pioneras artísticas del feminismo: “De algún modo y tal como demuestra esta exposición, las Guerrilla Girls cierran unas décadas muy importantes para el arte feminista pero ahora mismo estoy muy interesado en hablar de las pioneras en ese campo. Especialmente de Chicago por el modo en que creó una iconografía no falo-logo-céntrica y por el modo de introducir la educación en su trabajo artístico”.

Todo este buen rollo vino a ser perturbado por un miembro de la redacción de El Estado Mental, Fidel Moreno, quien regaló al comisario un ejemplar del número 6 de la revista que no pasó los estándares de presencia femenina marcados por Arakistain. Al instante, el comisario, fijándose en la portada que acababa de recibir los halagos de una de las Guerrilla, reparó en el desequilibrado número de pollas ilustres, pero pollas al fin y al cabo, que colaboraban (¿primeras firmas? ¿primeras pollas?), y a partir de ahí podríamos decir que Fidel se metió en un tremendo berenjenal que el responsable de prensa de Matadero y segura servidora mirábamos con un divertido estupor: “Mira, yo me hago una foto con tu revista, pero un día me voy a vuestra redacción y os enseño a buscar mujeres escritoras, ¿vale? Hijos míos, buscad, que no es tan difícil”.
Contad, buscad y divertirnos son las cosas que aprendimos de una mañana marcada por el slogan de las Guerrilla Girls: “Pieles sintéticas, hechos y humor”. No se la pierdan; cuando el día de mañana recuerden una fecha que marcó el cambio en el panorama artístico nacional puede que señalen esta exposición como uno de sus pistoletazos.