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La era de las feministas pop
De palabra tabú a término clave para entender 2014: el feminismo
se encuentra hoy en boca de toda estrella que se precie, de Beyoncé a
Emma Watson.
Álex Vicente
16 de noviembre de 2014
07:05 h.
Se le llama feminismo pop e invade todos los rincones de la cultura del
entretenimiento. Sucedió en California, a finales de agosto. Cuando
Beyoncé salió al escenario de los MTV Video Music Awards y un panel
luminoso escupió una palabra en letras gigantes: «
FEMINIST». La cantante entonaba
Flawless,
en la que samplea un discurso de la escritora nigeriana Chimamanda
Adichie. Reza así: «Decimos a las chicas: podéis tener ambición, pero no
demasiada. Deberíais aspirar al éxito, pero no demasiado. Si no, el
hombre se sentirá amenazado (…) Feminista: la persona que cree en la
igualdad social, política y económica entre los sexos».
Volvió a ocurrir en Nueva York, solo un mes más tarde. Emma Watson se
subió a un escenario distinto: la sede central de las Naciones Unidas.
«Se estarán preguntando qué hace aquí la chica de Harry Potter», bromeó.
Pero Watson sabía muy bien a lo que iba. La actriz lanzó la campaña
HeForShe, destinada a promover la igualdad de género y despojar la
palabra feminismo de su mala prensa. «Para que quede claro, es por
definición la creencia de que hombres y mujeres deberían tener los
mismos derechos y oportunidades», dijo.
Ambas hicieron mucho ruido, aunque nada de lo que dijeron fuera
especialmente revolucionario. La francesa Olympe de Gouges, autora de la
Declaración de Derechos de la Mujer, ya sostuvo en 1791 que «una mujer
nace libre y permanece igual al hombre en derechos». Si ambas se vieron
en la necesidad de recurrir al diccionario, es solo porque, más de dos
siglos después, no todo el mundo parece tenerlo muy claro. Incluyéndose a
sí mismas: la propia Beyoncé afirmó en 2013 no estar convencida con el
uso de la palabra feminista porque la encontraba «extrema».
Hasta hace muy poco, el feminismo seguía siendo un elemento
desestabilizador en la cultura pop. ¿Cómo definirse así cuando «no se
odia a los hombres», según Lady Gaga? ¿Cómo adherirse a esa anacrónica
tendencia si no experimentas ningún «resentimiento», según Marissa
Meyer? ¿Cómo aceptar el término cuando a una le gusta «la vida
familiar», como dijo Carla Bruni en 2012?
Algo ha cambiado radicalmente desde entonces. «Ya empezaba a ser hora»,
dice la escritora Roxane Gay, autora del influyente ensayo
Bad Feminist.
«Sospecho que cada vez que una celebridad se ha declarado feminista a
lo largo de este año, se ha sorprendido por la cálida acogida que el
mundo destinaba a su gesto. Eso ha producido un efecto de contagio». El
cambio de paradigma lo personifica Taylor Swift, quien hace dos años
renegó de la palabra, para terminar abrazándola el pasado agosto.
«Cuando era adolescente, no entendía que reconocerse como feminista
significaba que crees en la igualdad. Me parecía que era decir (…) que
odias a los hombres. Muchas chicas están teniendo un despertar feminista
porque han comprendido el significado», afirmó.
Invasión del espíritu comercial. Esta nueva variante
del feminismo se beneficia de la caja de resonancia de Internet y las
redes sociales, donde el debate lleva media década en efervescencia.
Menos teórico que en los 70, fomenta su expansión con nuevas armas, como
camisetas y memes. «Si el feminismo tiene que convertirse en marca para
provocar el cambio, no me voy a oponer», ha declarado Lena Dunham,
creadora de la serie
Girls. «Entiendo de dónde surge esa
actitud, pero espero que no suceda», le responde Gay. «Las marcas
desaparecen. El feminismo, entendido como la necesidad de que las
mujeres circulen por el mundo tan libremente como los hombres, no
debería hacerlo. No es una idea que deba ser sometida a los caprichos de
un concurso de popularidad».
Erin Gloria Ryan, una de las responsables de la web Jezebel, centrada
en información sobre mujeres y receptáculo habitual de este debate, pone
en duda la efectividad de esos mensajes. «Puede que el feminismo sea
tendencia, pero que Taylor Swift diga que es feminista no hace que las
puertas de las clínicas abortistas sigan abiertas en Texas. Que Lena
Dunham se desnude en
Girls no contribuye a reavivar la ley de
igualdad de derechos. La exposición de estas ideas en la cultura pop
puede cambiar actitudes y pensamientos, pero no debemos confundir hablar
con actuar. Es fácil decir “Soy feminista”. Lo difícil es apoyarlo con
acciones».
La hiperbólica presencia de este feminismo pop empieza a salpicar a la
moda. En septiembre, Chanel dio la campanada con su comentado desfile en
forma de manifestación feminista. «La moda siempre se ha aprovechado de
lo que flota en el espíritu del tiempo. En esa pasarela hay cierto
cinismo, ya que el sexismo reina en ese mundo como en los demás», opina
Christine Bard, autora de
Historia política del pantalón. «Al
mismo tiempo, puede ser vista como un índice de la vitalidad e
importancia del feminismo, del que se ampara hoy una nueva generación.
Durante su larga historia, el movimiento ya ha sido instrumentalizado
con finalidad comercial. A mi entender, es menos grave que si la palabra
fuera invisible».